El gol tuvo un sabor especial pues se lo dedicó a su padre que había fallecido unas semanas antes. En la temporada siguiente el equipo, entrenado por Félix Carnero, jugador fundamental en los 70 y posteriormente director técnico imprescindible del gran Celta del primer lustro de los 2000, logró su objetivo en una liga que pudo malograrse por los convulsos acontecimientos de las primeras jornadas, cuando una huelga de jugadores a nivel nacional obligó a los clubs a alinear a jugadores juveniles en las primeras jornadas.