A pesar de que se solicitó un tiempo de espera para la constatación de la ausencia de estos avales, la Federación desde el primer momento entregó las plazas al Real Valladolid y al Albacete Balompié, quienes tenían que descender ese año. Tras superar las semifinales, el rival que esperaba en la final era el Real Zaragoza, entrenado por Víctor Fernández, equipacion del real madrid equipo que cegaba en Europa con su fútbol.